Albañilerá, electricidad, soldadura y cuidado de niños y abuelos, entre otras actividades, proliferan a la hora de ofrecer servicios mediante avisos clasificados.
Gabriel Sepúlveda, oriundo de Salta, llegó hace cinco años a Comodoro Rivadavia en busca de un futuro mejor. Durante los primeros tiempos se alojó en la casa de un amigo que le enseñó cómo “moverse” en esta ciudad. Hizo “changas” durante un año hasta que consiguió trabajo en una empresa petrolera.
Ese trabajo estable en una industria entonces pujante le permitió tener un buen pasar económico durante un par de años, pero con la crisis de esa actividad fue uno de los primeros despedidos y tuvo que comenzar de nuevo. “Pasé de contar con 50 mil pesos a contar con nada. Alcancé a comprarme mi auto y un terreno, pero la plata se te va como nada. No importa cuánto ganes, en Comodoro siempre es poco”, reflexiona Gabriel.
Así, a los 28 años volvió a ejercer su viejo oficio de pintor. “Cuando vi que no podá volver a trabajar en el petróleo, no me quedó otra que volver a pintar. Es feo porque uno como pintor no gana bien y si quiere sacar una diferencia tiene que agarrar una obra grande, pero es muy difícil porque, por lo general, todos tienen su pintor”, cuenta.
Gabriel decidió cambiar su automóvil por una camioneta para que su trabajo pudiera prosperar, pero la demanda viene decayendo desde hace más de un año. “Se hace cada vez más difícil que te llamen para trabajar. En las casas de familias es muy raro que te busquen y tenés que empezar a bajar las pretensiones. Antes yo podá cobrar el presupuesto, ahora lo hago gratis. Tenés que rebuscártela porque si no te quedas sin comer”, contrasta.
En ese complejo panorama se le hace cada dá más difícil llevar dinero a su casa. “Comencé a poner avisos en los diarios, pero no solo de pintor sino en tareas generales. Tuve que aprender a poner durlock, un poco de electricidad y empecé un curso de gasista. Si quiero comer, tengo que hacer de todo. Aun así son pocos los llamados porque no hay plata. Yo hasta lleno bateas con tal de tener unos pesitos”, asegura.
UNO MAS
La historia de Gabriel se ve reflejada en los avisos clasificados donde se multiplican las personas que se ofrecen para hacer diferentes actividades, en medio de un contexto donde crece el desempleo.
De acuerdo al informe técnico sobre Trabajo e Ingresos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), en los conglomerados chubutenses de Comodoro Rivadavia–Rada Tilly y Rawson–Trelew, hay más de 5.000 personas desocupadas en cada uno de ellos, es decir el 5.3% y el 8.2% de la población laboral, de manera respectiva.
Los indicadores además grafican que entre ambos conglomerados hay 150.000 personas económicamente activas y de ese total 16.000 están en la búsqueda de una nueva ocupación –porque la que tienen hoy no les alcanza para mantener a sus familias- y 8.000 trabajan menos de 35 horas semanales, aunque están dispuestas a hacerlo más.
El informe técnico evidencia un importante retroceso desde mediados de 2016 donde en Chubut la actividad pasó del 43.8 puntos a 42.0 en el conglomerado Comodoro Rivadavia –Rada Tilly.
PRIMER EMPLEO
Emiliano Bustamante tiene 22 años y tuvo que dejar sus estudios en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco para ayudar económicamente a su familia. Entonces decidió buscar trabajo en distintos lugares, pero en todas las empresas y locales comerciales le decán lo mismo: “no estamos recibiendo gente”.
Cansado de no poder contar con un trabajo fijo decidió empezar un curso de soldadura y hacer tareas por su cuenta. Los primeros meses fueron difíciles, pero su actividad fue prosperando cuando comenzó a poner avisos en los diarios.
“Decidí poner avisos en los diarios para hacerme más conocido. Uno puede tener una red social, pero acá en Comodoro es como más serio tener un aviso, como que te da cierto profesionalismo. Lo bueno es que cualquiera te puede llamar y no importa el dá. Se genera como un ‘boca a boca’ que te da muchas posibilidades para seguir trabajando y ayudar a tu familia”, describe Emiliano.
También cuenta que cuando no tiene trabajo, durante los fines de semanas se dirige hasta la feria “La Saladita” para ofrecer sus servicios o los productos que él mismo elabora como chulengos, ollas y parrillas. “Trabajo no hay. Antes, cuando yo estudiaba, veás carteles de ‘se busca cocinero o mozo’. Ahora no. Está quieto, demasiado quieto”, lamenta.
Otro aspecto que describe Emiliano es que para los jóvenes sin experiencia se complica ingresar al mercado laboral. “En los avisos de los diarios siempre buscan gente con experiencia. La gente no entiende que muchos de nosotros queremos trabajar, pero no podemos tener experiencia porque estuvimos estudiando. Fijate que buscan predispuesto a trabajar o full time o lo que quieras, pero cuando le decís que estás estudiando encajonan tu currículum. Eso yo no lo entiendo. ¿Cómo quieren que tenga experiencia laboral si estuve estudiando todo el dá en la facultad?”, cuestiona.
“Yo tengo varios amigos que están en la misma. Uno de ellos está a punto de recibirse de contador y está limpiando mesas en un local porque no consigue laburo de lo que estudió. Es un pecado ser joven para el mercado laboral y nadie nos tira una mano. En realidad nadie le tira una mano a nadie”, considera.
BUSCAR MAS TRABAJO
Jesica Gutiérrez se ofrece en los avisos clasificados para cuidar niños y abuelos. Hace cuatro años que es trabajadora de casas particulares debido a que se separó y su expareja no se hace cargo de la cuota alimentaria para su hijo. “Me separé y todos los meses es la misma pelea. El se desempeña en el petróleo y tená que esperar que se digne a pasarme la plata. Así que empecé a trabajar en casas particulares”, narra.
Jesica tiene 34 años y asegura que su trabajo le permite cuidar a su hijo y contar con una fuente de ingreso para solventarse. “No es mucho, pero por lo menos me sirve para comprar leche o cosas que mi hijo necesita. Obviamente me gustará trabajar de otra cosa, pero está muy difícil todo, así que es lo único que me queda por hacer”, resalta.
“Yo pongo un aviso en el diario como una forma de tener un trabajo más porque con lo que gano en el que tengo, no me alcanza para darle todo lo que necesita mi hijo. Hoy por hoy tenés que tener fácil 20 mil pesos para poder vivir medianamente bien, pero aún así no alcanza. Ojalá esto mejore porque si no, no sé en qué vamos a terminar”, concluye.
Fuente: El Patagonico